martes, 10 de mayo de 2011

Compromiso ecológico

El compromiso verde de las empresas
Las empresas pueden hacer mucho más para alentar los hábitos a favor del medio ambiente



La amenaza de la expansión de la contaminación nuclear luego del terremoto en Japón agudizó la conciencia de todas las personas con respecto a nuestra inigualable capacidad para contaminar el planeta que nos da vida. El conflicto en Libia, con su dramático impacto sobre el precio del petróleo, también nos debería recordar que no debemos dar por descontados los recursos naturales.
Sin embargo, tuvimos a Chernóbil allá por 1986 y han ocurrido derrames de petróleo y crisis desde entonces. Tal vez sean necesarias algunas décadas antes de que una idea, que a lo mejor resultará obvia cuando miremos hacia atrás en el tiempo, pueda penetrar realmente en nuestro pensamiento diario.
Imagino que no hubo muchas personas preocupadas por sus huellas de carbono cuando el senador norteamericano Gaylord Nelson lanzó la celebración del Día de la Tierra en 1970 después de haber sido testigo de los devastadores efectos del derrame de petróleo en Santa Bárbara, California, en 1969. Por el contrario, actualmente, no existe un día en el que este tema no se discuta en los medios de comunicación o que se pregone para que cada uno haga lo que pueda para reducirlas.
Ciertamente, hemos recorrido un largo camino desde aquellos días cuando los ambientalistas eran considerados unos locos. En la actualidad, existen políticos ambientalistas que participan en el gobierno de varios países, mientras que sus rivales compiten para demostrar lo conscientes del medio ambiente que son, paseando en bicicleta, plantando árboles, conduciendo autos eléctricos o firmando compromisos para reducir las emisiones de dióxido de carbono.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Este año, el Día de la Tierra desafía a cada uno de nosotros a comprometernos, a que hagamos nuestra parte por el planeta, ya sea ir en bicicleta al trabajo, reducir los viajes en avión o hacer que nuestros hogares sean más eficientes en términos de ahorro energético.
La idea es que "mil millones de compromisos por el medio ambiente" harán una verdadera diferencia y no es difícil pensar en cosas que diariamente hacemos que podríamos cambiar para beneficio del planeta.
Existen algunas obvias, como darse una ducha en vez de tomar un baño de inmersión, apagar el televisor en lugar de dejarlo en modo de reposo y no comprar comida que haya sido transportada por aire desde el otro lado del mundo. Si todos pudiéramos cambiar nuestros hábitos en estas pequeñas cosas, haríamos la diferencia. Pero quiero mirar el panorama completo, ver cómo vivimos y trabajamos, y analizar si podemos hacer cambios más grandes.
Empecemos por la familia. ¿Podemos vivir una vida de manera más autónoma, menos descaradamente consumista? ¡Claro que podemos! Ya he superado los días en que llevaba los niños a la escuela, pero podemos hacer mucho en casa para compartir el transporte y así reducir nuestra huella de carbono. También podemos hacer que nuestras casas sean energéticamente más eficientes. A este respecto, quienes viven en casas modernas gozan de obvias ventajas. Por el contrario, si usted invierte en una casa antigua, deberá gastar bastante dinero en aislación, sin mencionar los modernos sistemas de calefacción. Créanme, lo sé.
Luego, ¿qué opina de cultivar nuestra propia comida? Bien, soy lo suficientemente afortunado de poder cultivar vegetales y hierbas en mi casa, y cuando se cosechan los vegetales propios la única energía que se usa es la propia. No es de extrañar que se sientan tan bien y que tengan tan buen sabor.
Y también está el trabajo. La mayoría de las personas hablan sobre cómo llegar la trabajo porque existe algún tipo de traslado y esta es el área en la estoy más interesado. El desplazamiento al lugar de trabajo es la manera escandalosamente más ineficiente de usar la energía. Desperdicia el tiempo de quien se desplaza al lugar de trabajo: ¿cuánto trabajo se podría realmente hacer en lugar de estar conduciendo por carreteras atestadas o en vez de estar siendo zarandeado junto con otras personas que viajan en el transporte público? Y se desperdicia energía cuando tantas personas podrían ser más productivas permaneciendo donde están y realizar su trabajo usando el teléfono y el correo electrónico. Por supuesto, este desplazamiento también crea una gran cantidad innecesaria de estrés.
Mientras podamos sacar mayor cantidad de personas de las carreteras será mejor para todos. Si aún necesitamos que los trabajadores se desplacen a su lugar de trabajo, por lo menos podemos hacer que no lo hagan todos al mismo tiempo. De esta manera, se pueden evitar los viajes en auto durante las horas pico que consumen una mayor cantidad de combustible y son la causa de contaminación más importante. Los empleadores del mundo entero podrían hacer mucho más para favorecer este tipo de trabajo flexible.
Los gobiernos también podrían hacer mucho más para alentar los hábitos que producen una menor cantidad de dióxido de carbono. Las reducciones impositivas para los propietarios de edificios energéticamente eficientes constituyen una ayuda, pero se requieren más incentivos para desarrollar hábitos que reduzcan la emisión de dióxido de carbono. En la Unión Europea, por ejemplo, más de la mitad de las ventas de autos nuevos corresponden a flotas de empresas y una investigación de Copenhagen Economics en 2009 mostró que la reducción impositiva para los autos de empresas era común en la UE. Los políticos son comprensiblemente renuentes a poner en riesgo los empleos en la industria automotriz, pero las empresas deben evolucionar y los autos eléctricos se presentan como una interesante alternativa cada vez más viable. Ciertamente, es el momento para que nuestros gobiernos adopten una mirada de más largo plazo y un liderazgo real en este tema.
De una u otra forma, todos nosotros como ciudadanos podemos hacer algo para ayudar, especialmente quienes somos líderes empresarios. Entonces, tal vez podamos avergonzar de tal manera a nuestros políticos para que cambien y hagan algo similar en la Cumbre de la Tierra 2012 en Río de Janeiro.

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